El aparato circulatorio es el encargado de transportar stancias en el organismo: Lleva los nutrientes, resultado de la digestión, desde el tubo digestivo y el oxígeno que transporta las sustancias de desecho de las células desde éstas hasta los órganos de la excreción (riñones) y el dióxido de carbono hasta los pulmones. Además transporta las hormonas producidas por las glándulas, tan importantes para que el organismo funcione dinadamente. También regula la temperatura del cuerpo.
Las partes del aparato circulatorio
Está constituido por un líquido (la sangre), que circula por un sistema de vasos conductores (los vasos sanguíneos), impulsado por una bomba (el corazón). Es necesario un sistema de transporte para llevar hasta las células lo que éstas necesitan: los productos de la digestión y el oxígeno. La vida supone actividad y, por lo tanto, un consumo constante de energía. Como todas las funciones, un ser vivo las realiza por medio de sus células. Es necesario que éstas puedan disponer de la energía que necesitan. La consiguen gracias al alimento y al oxígeno. La consecuencia de tal utilización del alimento es que se generan productos de desecho que deben ser retirados para que no causen daño. El aparato circulatorio es el encargado de ese transporte. Él lleva los alimentos y retira los productos de desecho, permitiendo así que las células funcionen en óptimas condiciones.
La sangre
Es un tejido constituido por células y por una sustancia intercelular que en este caso es de naturaleza líquida y que se llama plasma sanguíneo. La circulación sanguínea en el ser humano es cerrada, ya que la sangre siempre circula por el interior de un extenso sistema de conductos: los vasos sanguíneos.
Los vasos sanguíneos
son de tres tipos: arterias, venas y capilares.
Las arterias
Son los vasos que llevan la sangre que sale del corazón hacia las distintas partes del cuerpo. Presentan una pared elástica y resistente, que les permite soportar la presión con la que la sangre sale del corazón. Al contraerse éste, la sangre sale de golpe acumulándose en la arteria que debido a ello se hincha. Las paredes de la arteria presionan a la sangre que no puede retroceder hacia el corazón porque unas válvulas se lo impiden, de modo que es empujada hacia delante, iniciándose así su recorrido. Si no fuese por esa presión la sangre no circularía.
Las venas
Transportan sangre desde los órganos hacia el corazón. Su pared es más fina y menos resistente que la de las arterias pues la sangre circula por ellas con menos presión. En su interior presentan unas válvulas que impiden el retroceso de la sangre.
Los capilares
Son vasos de grosor extremadamente fino (de ahí el nombre de capilares, dando a entender que son finos como cabellos). Su pared está formada por una sola capa de células que permite la filtración de los componentes de la sangre hacia las células y de los desechos de éstas hacia la sangre. Todos los órganos poseen un sistema de capilares. Las arterias, conforme se alejan del corazón, se van ramificando en otras más finas de modo que cuando llegan a los órganos ya son capilares. Estos se van uniendo dando lugar a vasos cada vez más gruesos, las venas, que devuelven la sangre al corazón.
El corazón
es un músculo con cuatro cavidades: dos aurículas y dos ventrículos. Varias válvulas impiden que la sangre pueda retroceder. El corazón es un órgano hueco, cuyas paredes están formadas por un tejido muscular llamado miocardio. En su interior existe un tabique longitudinal que divide al corazón en dos partes, sin comunicación entre ellas: la izquierda y la derecha. En cada una de estas partes hay dos cavidades: unas arriba, las aurículas y otras abajo, los ventrículos. Cada aurícula está comunicada con el ventrículo de su lado mediante una válvula. Se llama válvula tricúspide la del lado derecho y válvula mitral la del izquierdo. Las paredes de las aurículas son más delgadas que las de los ventrículos, pues su trabajo es menor que el de éstos. Las células que forman la pared del corazón, como todas, necesitan nutrientes y producen desechos. Las arterias y venas coronarias son las encargadas de realizar esa tarea para el músculo cardíaco. La doble circulación del aparato circulatorio. Con sus movimientos de sístole (contracción) y diástole (relajación) la parte derecha del corazón envía la sangre a los pulmones y la parte izquierda al resto del cuerpo. Esto supone un doble circuito. La sangre llega al corazón por una serie de venas. En la aurícula derecha desembocan las venas cavas y en la izquierda las venas pulmonares. La sangre va llenando las aurículas impulsada por las propias venas. sangre cada una a su ventrículo a través de las respectivas válvulas. Cuando se llenan, ambas aurículas se contraen a la vez (sístole auricular) pasando la A continuación de contraen los ventrículos (sístole ventricular). La sangre no puede volver a la aurícula, porque se lo impiden las válvulas y no le queda más remedio que salir por las arterias. Del ventrículo derecho sale la arteria pulmonar y del izquierdo la arteria aorta. A continuación todo el corazón se relaja (diástole general) y vuelve a iniciarse el ciclo. Ahora puede entenderse por qué las paredes de las aurículas son más finas que las de los ventrículos. Las primeras sólo deben empujar la sangre hasta los ventrículos. Éstos, por el contrario, tienen que impulsar la sangre para que llegue mucho más lejos: el ventrículo derecho hasta los pulmones, el izquierdo a todo el cuerpo. Por esa razón las paredes del izquierdo son más gruesas que las del derecho